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La segunda era digital

La segunda era digital

La segunda era digital tiene grandes desafíos

Todos apuntan hacia la transformación de las actividades económicas tendiendo hacia la digitalización de la sociedad y de las personas. Pero, se hace necesario medir los avances, para evaluarlos y determinar qué acciones son necesarias para seguir profundizando esta agenda, cuyos efectos son inciertos en el tiempo, dado que nunca antes se realizó una transformación tan agresiva en tan corto lapso de tiempo.

La primera era digital se desarrolló entre los mainframes, los minicomputadores, los computadores personales, internet, la web, las redes sociales, la web móvil, la nube, el big data, etc.

El gran salto hacia la segunda era digital, se se genera desde el momento en que la tecnología se introduce en el mundo físico, mediante miles de millones de objetos que se hacen inteligentes y se comunican, donde pueden usar machine learning (por ejemplo) y análisis de datos, aprendiendo a hacer cosas para las que no estaban programados. Y sobre esta estructura está la tecnología fundamental para realizarlo, que es la blockchain, la que sostiene a las criptomonedas, porque realmente representa la segunda era en internet.

La tecnología blockchain es compleja, pero la idea es simple: En su forma más básica, la blockchain es un vasto libro de contabilidad o base de datos distribuido globalmente, que se ejecuta en millones de dispositivos y está abierto a cualquier persona, donde no solo se encuentra información sino cualquier cosa de valor, tales como dinero, títulos de propiedad, escrituras, música, arte, descubrimientos científicos, propiedad intelectual, e incluso votos, se pueden mover y almacenar de forma segura y privada. En la cadena de bloques, la confianza no se establece mediante intermediarios poderosos como bancos, gobiernos y empresas de tecnología, sino a través de una colaboración masiva y un código inteligente. Las cadenas de bloques garantizan la integridad y la confianza entre extraños. Hacen que sea difícil hacer trampa. Si y solo si, la cadena de bloques tiene una administración descentralizada.

La segunda era digital es ambiciosa

La cadena de bloques constituye el primer medio digital nativo de valor, del mismo modo que Internet fue el primer medio digital nativo de información. Y esto tiene grandes implicaciones para las personas, empresas y las corporaciones, en primer término.

Gran parte del revuelo en torno a las cadenas de bloques se ha centrado en su potencial para cambiar fundamentalmente la industria de servicios financieros: reduciendo el costo y la complejidad de las transacciones financieras, haciendo de los no bancarizados del mundo un nuevo mercado viable y mejorando la transparencia y la regulación. De hecho, ya está teniendo un gran impacto en ese sector. 

Y ya existen suficientes pruebas sólidas de que la blockchain está transformando a las empresas, los gobiernos y a la sociedad de maneras quizás incluso más profundas de lo que se había previsto hacia fines de la década de 2000.

A medida que nos acercamos a la web 3.0 de de Internet, que se centra tanto en el valor como en la información, las cadenas de bloques están reduciendo radicalmente muchos costos de transacción. Por ejemplo, una base de datos global con capacidad de búsqueda de todas las transacciones reduciría drásticamente los costos de búsqueda.

Además, los contratos inteligentes reducirán los costos de contratación, cumplimiento de contratos y realización de pagos. Los agentes autónomos (paquetes de contratos inteligentes que actúan como aplicaciones enriquecidas) en la cadena de bloques reducen los costos de agencia y coordinación.

La tecnología Blockchain está llevando los modelos de negocios en red a un nuevo nivel, admitiendo una gran cantidad de aplicaciones innovadoras, tales como los sistemas de pago nativos que funcionan sin bancos, compañías de tarjetas de crédito y otros intermediarios reducen los costos y el tiempo de las transacciones. Los sistemas de reputación construidos sobre el capital social y económico, controlados por individuos, en lugar de intermediarios como agencias de calificación y servicios de calificación crediticia, están cambiando la relación entre consumidores y empresas. Ya realizan transacciones sin confianza, en las que dos o más personas no necesitan conocerse ni confiar entre sí para hacer negocios.

Configurando la segunda era digital

La segunda era digital tiene grandes desafíos, los que están siendo definidos por organismos tales como la Cámara de Comercio Internacional (ICC), el Foro Económico Mundial, entre otros. Todos apuntan hacia la transformación de las actividades económicas tendiendo hacia la digitalización de la sociedad y de las personas. Pero, se hace necesario medir los avances, para evaluarlos y determinar qué acciones son necesarias para seguir profundizando esta agenda, cuyos efectos son inciertos en el tiempo, dado que nunca antes se realizó una transformación tan agresiva en tan corto lapso de tiempo.

Si comparamos la evolución, a partir e la invención de la imprenta, por ejemplo, tenemos un avance muy lento en el tiempo. Y así podemos ir revisando la velocidad de evolución en la medida en que se fueron implantando nuevas tecnologías. Sin embargo, la actual tendencia hacia la digitalización global, es un fenómeno muy nuevo, porque plantea la automatización de unos servicios para ser reemplazados por máquinas. También implica la forzada desaparición de millones de puestos de trabajo que, de no existir alguna alternativa, será mano de obra desempleada que no tendrá acceso a algún puesto laboral concreto.Por eso, es necesario comprender y abordar esta “nueva economía” y hacer el esfuerzo de sumarse a esta “segunda era de la economía digital”, no por invitación, sino por supervivencia.

Competitividad Digital de las naciones

Las sociedades de los países están expuestas a los nuevos escenarios que la economía digital puede presentar. Las personas se hacen competitivas en la medida que se vayan incorporando a estos nuevos mercados, como productores y consumidores. Así, se irá conformando una nación competitiva, que sea capaz de cumplir con desafíos de adaptación en el corto y mediano plazo. Las corporaciones, los estados y los pequeños emprendedores, se van sumando a esta tendencia.

La naturaleza de la competitividad evoluciona constantemente, afectando no sólo el funcionamiento de las empresas sino también el desempeño actual y futuro de los países. Las economías están experimentando cambios tecnológicos más rápidos que en el pasado: desde la impresión 3D, la robótica hasta las monedas digitales, la novedosa AI y una participación electrónica.

El panorama de las capacidades actuales y las perspectivas futuras de las sociedades está cambiando rápidamente, que se refleja en el ranking de Competitividad Mundial del IMD, el principal informe anual sobre competitividad de los países, ya que busca captar los avances y comparar el desempeño de las 63 naciones que analiza.

Cada edición del Ranking de Competitividad Mundial del IMD incorpora nuevos indicadores para reflejar mejor la competitividad de los países. Sin embargo, hay ocasiones en las que se requiere un enfoque más drástico y la introducción de una nueva clasificación. Por lo tanto, el Centro de Competitividad Mundial del IMD consideró fundamental desarrollar un nuevo marco analítico para evaluar el estado de los asuntos digitales y una mayor comprensión de la competitividad. El Ranking IMD de Competitividad Digital Mundial está mejor enfocado para evaluar las capacidades y la preparación de las economías que emprenden el proceso de transformación digital.

Los gobiernos de todo el mundo están invirtiendo en infraestructura científica y tecnológica para mantenerse al día con las posibilidades de la economía digital y mejorar la prosperidad de sus ciudadanos. Si bien el desarrollo tecnológico es una condición necesaria para el bienestar futuro de una economía, no es suficiente para aumentar la creación de valor. No sólo es necesario implementar la tecnología digital, sino que también es necesario explorarla para lograr dos objetivos importantes: mejorar la eficiencia y mejorar la variedad y la calidad de los servicios.

Según el IMD, la competitividad digital se define como la capacidad de una economía para adoptar y explorar tecnologías digitales que conduzcan a la transformación de las prácticas gubernamentales, los modelos de negocio y la sociedad en general. La capacidad innovadora de un país está fuertemente arraigada en áreas como la concentración de científicos e ingenieros en la fuerza laboral, el grado de protección de la propiedad intelectual y la profundidad de la cooperación entre los sectores público, privado y académico. En el Ranking de Competitividad general existente, estos actúan como indicadores de la innovación científica y tecnológica. La nueva clasificación complementa la clasificación general al fomentar una mejor comprensión de las fuerzas relacionadas con la economía digital, así como la contribución de esta última al desempeño del país. La figura 1 muestra cómo se configura el ranking de competitividad digital.

De acuerdo al IMD, el conocimiento se refiere a la infraestructura necesaria, que subyace al proceso de transformación digital a través del descubrimiento, comprensión y aprendizaje de nuevas tecnologías. Tecnología, por su parte, evalúa el contexto general a través del cual se permite el desarrollo de tecnologías digitales. Este contexto incluye un marco regulatorio de apoyo que permite el desempeño eficiente de las actividades comerciales y la aplicación de la regulación pertinente, al tiempo que fomenta el desarrollo empresarial y la innovación.

La preparación futura examina el nivel de preparación de una economía para asumir su transformación digital. La competitividad requiere que las tecnologías digitales disponibles sean “absorbidas” por la sociedad. La absorción de tecnologías digitales requiere actitudes adaptativas particulares, incluida la voluntad de una sociedad de participar en procesos relacionados con lo digital, por ejemplo, realizar compras por Internet. La preparación también requiere flexibilidad empresarial e implica que las empresas de una economía determinada sean capaces de transformar sus modelos de negocio para aprovechar nuevas oportunidades. También se refiere al nivel de innovación que se origina en el sector privado. La preparación, finalmente, evalúa qué tan bien todos los actores aplican las prácticas y procesos relevantes de TI (Tecnologías de la Información).

Muchos cambios tecnológicos provocan perturbaciones en el funcionamiento del gobierno, las empresas y la sociedad en general. Una perturbación es, por definición, algo que no se puede explicar. Por lo tanto, la cuestión para los responsables de la toma de decisiones es poder adaptarse a cambios tan drásticos. Sugerimos que las economías que exhiben altos niveles de adaptabilidad y agilidad están en mejores condiciones para enfrentar ajustes abruptos. Un requisito previo, por así decirlo, para la exhibición de estas características es el acervo de conocimientos y competencias tecnológicas disponibles en un país. El Ranking Mundial de Competitividad Digital del IMD brinda a los tomadores de decisiones la capacidad de identificar las fortalezas de su economía y mejorar sus debilidades.

Las economías mejor clasificadas con respecto a la competitividad general también, en promedio, ocupan un lugar alto en la clasificación digital. Países como Singapur, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Bélgica, Arabia Saudita y Jordania, entre otros, disfrutan de posiciones similares en ambos. Sin embargo, muchos países presentan diferencias, grandes y pequeñas, entre las dos clasificaciones. Irlanda, Luxemburgo, China, Tailandia, Chipre e Indonesia, entre otros, ocupan puestos más altos en competitividad global, mientras que Suecia, Finlandia, Israel, Estonia, Eslovenia y Croacia, entre otros, ocupan mejores posiciones en el ranking digital.

A medida que cambia la naturaleza de la competitividad, también debe cambiar la forma de medirla. Aquí tenemos en cuenta los últimos avances en tecnología digital para proporcionar una herramienta eficaz a los tomadores de decisiones.

Según datos de Statista, en 2022; Dinamarca se clasificó como el país más competitivo digitalmente del mundo. Las clasificaciones de competitividad digital tienen como objetivo analizar la capacidad de un país para adoptar tecnologías digitales e implementarlas en empresas y organizaciones gubernamentales. Muchos países nórdicos ocuparon los primeros lugares de la lista, y Suecia, Finlandia y Noruega también se ubicaron entre los quince primeros. Estados Unidos ocupó el segundo lugar, habiendo sido catalogado como el país más competitivo en 2021.

Reflexiones Finales

Estamos comprendiendo la economía digital, ahora de modo más intenso. más allá que solo los videos juegos y las criptomonedas. Desde el momento en que los Estados y las corporaciones han impuesto una intensa agenda para definir las políticas y los mercados en la dirección de la digitalización de las actividades de los seres humanos. Aprender los conceptos relativos a la economía digital, ayuda a una mejor toma de decisiones por parte de los individuos y sociedades.

Las nuevas tecnologías que están comenzado a dominar las plataformas de información, comunicación, intercambios, almacenamiento, creación y otras actividades de actividades sociales, no solo económicas.

La blockchain se consolida como una tecnología habitual en el desarrollo de ambientes digitales que solucionan muchos problemas que la masiva tecnología actual, en la web 2.0; no podía resolver de modo eficiente. En anteriores artículos henos visitado muchas de estas nuevas tecnologías que van configurando un nuevo macroambiente digital, el cual proyecta posibilidades insospechadas para nuestro futuro inmediato. Como toda novedad, también supone riesgos si es que esta segunda era digital cae en malvadas manos políticas y corporativas, que buscarán ventajas para los involucrados en la generación de políticas y gestión corporativa de mercados globales.

Dado el creciente avance de la digitalización globalista, se hizo necesario inventar indicadores que permitan medir los alcances y el desarrollo digital de los países, facilitando las formas de comparación y proyectar los objetivos de cada nación en el largo plazo. El indicador de la Competitividad Digital es un interesante comienzo para que las personas tengan la noción de que la creación de cualquier tipo de valor agregado digital está sujeto a una sumatoria integral que su país contabilizará como parte de producción total. Este fenómeno sigue avanzado a gran velocidad, tanto como lo permitan las nuevas tecnologías que emergen sin descanso. Seguiremos estudiando otros aspectos de la economía digital en futuros artículos.

Rod

Rod "Citizen"

Rod es Director de Todos NFT. Autor del ebook "NFT para Todos". Editor de Código Cyphex. Editor de X-M Magazine. Administrador en comercio exterior, vinculado por años en el estudio y divulgación de contenidos sobre criptoeconomía, tecnologías de la información y la conectividad.


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