Reducir los riesgos propios de los NFT´s y su ecosistema, puede resultar ser complicado, porque aún es una industria en creación permanente de nuevos instrumentos financieros digitales, plataformas, prácticas comerciales y un largo etcétera que concierne a un espacio virtual que aun está inexplorado.
Dicho espacio aún es como el lado oscuro de la Luna, porque no son conocidos masivamente y es territorio para grandes esquemas delictuales, perpetrados por individuos y carteles desalmados, que podrían robar muy fácilmente a víctimas con muy baja educación digital y ansiedad incontrolable por ganar dinero fácil.
Desgraciadamente, por mucho que existan regulaciones multidisciplinarias, tanto para personas naturales como para empresas, los espacios y momentos para cometer actos ilícitos digitales seguirán existiendo, mientras las personas no asuman su cuota de responsabilidad financiera, económica, técnica y hasta jurídica.
También, como hemos comentado tantas veces en Todos NFT, tampoco existe clases políticas y empresariales que estén haciendo esfuerzos importantes para mejorar la preparación ciudadana de cara a esta nueva economía, denominada como “criptoeconomía”.
Las academias y medios de comunicación masivos, tampoco han apoyado mucho la difusión de narrativa educacional, menos preventiva, respecto a la criptoeconomía. Pero aún, los medios siguen acusando a las criptomonedas de todos los males de la especie humana. Especialmente las redes sociales como las administradas por Meta y Alphabet, que han demonizado la criptoeconomía y liderado verdaderas cacerías de brujas en contra de cualquier expresión respecto a criptomonedas y otros activos digitales, sobre todo relacionados con las cadenas de bloques.
Mientras, las regulaciones “per se”, podrían constituirse en amenazas para los usuarios, en términos de la invasión que podría facilitar a la burocracia estatal por sobre las actividades y movimientos crypto financieros de los usuarios. Puede resultar ser una amenaza hacia la privacidad, la soberanía financiera, la libre disposición de fondos y hasta la persecución ideológica contra los contribuyentes que no se ajusten a las narrativas estatales imperantes.
Por lo tanto, leyes y regulaciones ecuánimes, eficientes y efectivas, solo podrían ser constituidas en función del parlamento colectivo ciudadano-estatal-corporativo, para asegurar que, a fin de cuentas, los usuarios sufran el menor nivel de riesgos dentro del macro ambiente digital.
La historia reciente nos ha demostrado que el aparato estatal presenta riesgos abominables para los intereses superiores de los ciudadanos. Luego, es la sociedad de cada nación, la llamada a definir normativas que estén a la altura de sus necesidades y prácticas financieras. En caso contrario, el gran riesgo se presentará precisamente gracias a una colusión estatal-corporativa, en desmedro de una sociedad desprevenida, pero cómplice por omisión.
Hoy es el momento para los ciudadanos de estudiar y colocarse en una posición analítica y vigilante respecto a la formación de los nuevos cuerpos legales que regirán las operaciones financieras y comerciales dentro de muy poco, como estándares locales e internacionales.