Cada año, a gran velocidad, aparecen más y más aplicaciones, servicios, etc. Así, se habla de las DeFi o los NFT, por ejemplo, como los nuevos negocios del “criptomundo”. Pero, se está llegando más lejos aún, cuando desarrollan los “metaversos”.
Se está yendo tan veloz, que el público base no termina de aprender sobre un concepto, cuando ya tiene que ir aprendiendo sobre otros dos nuevos a la vez.
Si se supone que son instrumentos de inversión financiera de corto, mediano y largo plazo, además de las utilidades que prestan, el riesgo de “entusiasmarse” con alguno, sin tener la debida preparación, es demasiado alto. Primero, porque como todo mercado, está sujeto a las leyes de la oferta y la demanda, haciendo que lo que parecía el “negocio del año” hoy, mañana se haya ido al fondo del océano, con una pérdida de 90%.
También, por desgracia, es una maravillosa oportunidad para miles de estafadores de todo el mundo, que ven la posibilidad de montar un sitio web de humo, con redes sociales activas, embaucando a los “poco precavidos entusiastas”, quienes atraídos por promesas de ganancias magníficas en una semana, entregan todo su dinero, con la mayor ilusión y esperanza que un ser humano puede sentir. Así sucede lo increíble: el gurú se esfuma con el dinero de los incautos, sin derecho a reclamo. Existen varios “modelos” de estafa, muy acomodados entre las redes sociales y las aplicaciones, criptomonedas “truchas”, etc.
Es deber de cada persona hacerse responsable, como mayor de edad y con discernimiento, para asumir los riesgos corespondientes a su inversión.